se rasgó. Tenemos acceso directo al trono de la gracia. Cristo mismo fue tentado también y se compadece de nosotros. Él es el único abogado que nos hace falta; el único mediador (Hebreos 4:14–16; 1 Timoteo 2:5). Nos invita a acercarnos confiadamente a Dios (1 Juan 2:1, 2; Hebreos 7:25; 10:19–22). Orar a los santos, a los ángeles o a la virgen es quitarle a Dios el honor que le pertenece. Si la persona consigue así lo que desea, tiende a agradecérselo a los santos y no a Dios. ð La Iglesia Católica
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